Pensar el cuerpo como devenir histórico y cultural

Dejame darte la bienvenida a ‘Nuestros cuerpos, nuestros archivos’, nuestros cuerpos frágiles, nuestros frágiles archivos.

Así es como Kabako, situado bajo una bombilla que alumbra la penumbra de una caja oscura, nos presenta la obra ‘Our body, our archives’ en el Tate Modern exhibition. El centro, cerrado a causa del estado de alarma actual, canceló las actividades programadas para la representación de la performance del artista Faustin Linyekula los días 20, 21 y 22 de Marzo. Sin embargo, el artista ha representado la función en directo y de forma gratuita para un público que, paradójicamente, es ausente en su materialidad corpórea pero presente detrás de las pantallas de los ordenadores de alrededor del mundo.

Sujeto a un mensaje de positivismo ante una situación de máxima vulnerabilidad humana, Faustin Linyekula crea una interconexión imprevista entre la fragilidad del cuerpo como contenido histórico y cultural con la fragilidad al que se expone en la adversidad del contexto histórico que nos toca vivir estos días.

Sin embargo, esta supuesta relación casual de la fragilidad del cuerpo es más bien un pretexto para introducir el tema de la brecha de su alteridad subordinada a la historia. Entre atenuaciones e intensificaciones lumínicas, el artista, junto con un hombre y una mujer, reproduce movimientos corpóreos que se mueven por el espacio acompañados de las notas de una trompeta y sonidos de lo que parece ser un ambiente de cotidianeidad familiar. La vibración corpórea simula una coreografía que recuerda a las danzas de las tribus africanas, una representación que se potencia con la imagen de una materialidad corpórea cubierta de pintura blanca.

Así es como el artista cuestiona el exiguo contenido de la supuesta historia del Congo reproducida en las páginas de los libros, folios caóticamente desordenados que ponen en evidencia el devenir de la complejidad histórica que solo puede acumularse completamente en un cuerpo, un físico pensado como un contenedor de cultura e historia, así este se vuelve una existencia performativa dentro del marco histórico.

Desde los inicios del pensamiento, el cuerpo no ha ocupado una importancia significativa en la filosofía y la historiografía, pues tanto Platón como Aristóteles pensaban el hombre como esencia separada totalmente de la materialidad terrenal del cuerpo, no será hasta mediados del siglo XIX en que este, apoyado por filósofos como Kierkegaard, adoptará un destacado papel en el sentido de la existencia desde una perspectiva identitária del sujeto, a través de sus sentidos y experiencias personales. Sin embargo, Linyekula presenta el cuerpo pensado como un registro de la historia genérica (y no personal) que nos cuentan los libros, una perspectiva antropológica que no se habia planteado hasta las nuevas perspectivas performativas del siglo XX que han trabajado con el cuerpo como medio de expresión y crítica política.

El cuerpo juega un papel fundamental como lugar, sede y agente del proceso de civilización. – Nobert Elias

Según Scheler, Los actos de cada persona forman parte de una comunidad. La conciencia no solo es conciencia del mundo de mis vivencias, sino también convivencia en el marco de una comunidad. Por este motivo, la comunidad entendida como pueblo, es estoicamente abusada, agotada y usurpada mediante los cuerpos que la conforman. El cuerpo se entiende como un compromiso con la realidad histórica que no puede equipararse a las páginas escritas. El cuerpo es la principal víctima de la brecha ruin de la historia, a partir del cual conquistan las tradiciones, los orígenes y las creencias, convirtiéndose en el testimonio de la metamorfosis imperativa.

La historia, regida por el tiempo, es solo una consecuencia de fragilidades y rupturas que se representan a través de los cuerpos frágiles, absorbentes de la precariedad de la historia de un país. Desde la alteridad, el Congo se ha convertido en un suceso de brechas que han derivado en un abismo irrecuperable de influencias ajenas. La permutación de la cultura es una grieta de vulnerabilidad rendida a ser colonizada y así, olvidar, a través del tiempo y en el mismo espacio, la gloria de lo que una vez fue, a través de la mirada de otredad.

La performance a su vez, trata de experimentar a través de la relación de los cuerpos la confidencia, explorando la conexión de y entre los cuerpos, que entre ellos se comunican a través del círculo iluminado y como lienzos en blanco que sirven de soporte para escribirse simultáneamente sus (la) historias, como materialidad de la herencia de una civilización.

Los cuerpos que transitan por algunas propuestas artísticas sacuden poderosamente la percepción de nuestro ser en el mundo.

El mensaje de Linyekula es claro, mantener viva la memoria de nuestros orígenes.

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