



MARRUECOS
En los continuos periplos por el norte de África, Marruecos es como estar en casa. La medina transporta a un laberinto de enrebesadas calles donde el regateo forma parte del país árabe. Las deliciosas puestas de sol embellecen la silueta del kaftán y dejan ver el humo del cigarro de aquellos que, al atardecer, se sientan en las calles a ver la vida pasar.
Y de fondo, siempre, ese darija que hace inconfundible el carácter de los marroquíes, una banda sonora que se atestigua en el silencio de las noches del Sáhara.







