TAILANDIA

Tierra de Buda, donde el Theravada se siente en cada rincón y los templos, además de ser refugio de los días más calurosos, son pequeños oasis de reflexión y tranquilidad.

Los caminos selváticos y las lluvias monzónicas siempre van acompañadas de una parada en algún stand de venta de fruta en mitad de la calle, con un agradable Sawasdeeka la felicidad se siente en cada bocado de papaya y en cada aspiración de la naturaleza más pura. Y a lo lejos, la silueta de un Buda gigante dorado que protege a todos aquellos que lo admiran.